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Digo “me hacéis feliz”. Y están estas fotos que me conmueven tanto que, al pensar en felicidad, pienso en ellas.

Sinceramente, no suelo pararme a pensar qué es la felicidad para mí. Parece que es un hecho que ya viene dado desde que nacemos. Soy feliz ahora porque la experiencia que estoy viviendo no es mala ni neutra, sino que llega a recibirse en mi cuerpo como una carga de energía tremenda. Ayer era feliz porque miré las fotos pero hoy no soy feliz porque he discutido con mi madre. Si la felicidad es evaluada por aquello que nos afecta en el momento y por su capacidad de trascender en el tiempo, creo que la selección de las fotografías es la adecuada.

Mi happy object entonces, serían las fotografías que he ido haciendo durante estos últimos 3 años con la cámara análogica (pero que están escaneadas digitalmente).
Comencemos con la cámara. Es una camara analógica compacta que me dio mi madre un día que me aburría y comencé a buscar cajones. Encontré esta cámara y me la dio. Miramos de arreglarla y resultaba que seguía funcionando. A partir de ahí fue que decidí captar los momentos que me hacían felices a través de esa camara, de la misma manera que mi madre lo hacía cuando la usaba.

Las fotografías que saqué, por lo tanto, son happy objects porque me trasladan a ciertos momentos pasados en los que fui feliz, por la experiencia de haber vivido algo nuevo, especial, o incluso por haber repetido la misma aventura con las mismas personas.
Por ejemplo, las fotografías del camping. Vuelvo a sacar fotos del montaje del camping, vuelvo a sacar fotos de mis amigas durmiendo, igual que cada año. Porque ese momento justo me remite al momento feliz y tranquilo de aquel lugar resacoso. En este caso, por lo tanto, estas fotografías me remiten a una experiencia pasada feliz. Por el momento, por las fiestas, por el paisaje que lo rodeaba, por la experiencia que ya llevabamos encima de otros años (que también eran felices)…

Por otro lado, las fotografías son un happy object porque son cosas que en su momento me hicieron felices, pero que a la vez en un presente, al volverlas a mirar me hacen feliz, o cuando las enseño y se vuelven a recordar los momentos felices pasados. Porque estas fotografías afectan a algo o a alguien incluso en el mucho después de haberlas vivido.

Al final, de la misma manera que una cámara analógica es vintage, y su precio ecónomico sube a medida que pasa el tiempo, las fotografías se convertirán en antiguas, pero su valor afectivo positivo también incrementará, en el momento en el que estas imágenes mal captadas vuelvan a surgir y se vuelva a rememorarlas.
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